Análisis de la película «Muerte en Venecia» Luchino Visconti (1971)

CRÍTICAS

Analisis de Pelicula (1971)

La muerte en Venecia, pasión y obsesión por Thomas Mann (libro escrito en 1911)

Gustave Von Aschenbach es un escritor alemán que decide viajar al Mediterráneo, llegando a Venecia en busca de tranquilidad y descanso, pero sin saber encuentra una pasión nunca antes experimentada. 

Thomas Mann es, por lejos, uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Nacido en 1875 en Alemania, su obra es caracterizada por profundos análisis sociales y de los complejos personajes de sus obras. En 1929 recibe el Premio Nobel de Literatura. En una pública oposición a la guerra, en 1940 Thomas Mann se nacionaliza en Estados Unidos, donde vive entre 1941 y 1953, país donde comparte con Gabriela Mistral.  Su vasta bibliografía está compuesta por numerosas obras de narrativa y ensayo, siendo Nietzsche y Goethe autores fundamentales en su escritura e inspiración.

En La muerte en Venecia, escrita en 1911, podemos disfrutar de la genialidad de Thomas Mann. Esta novela breve nos presenta a Gustave Aschenbach, un famoso escritor alemán de edad madura que vive en Munich y una tarde, después de un paseo, de esos que buscan inspiración, decide realizar un viaje, pero no un viaje cualquiera y común como los que hace todos los años a su casa en las montañas, sino un viaje distinto, movido por sus recuerdos y nostalgia. Es así como parte en tren a Italia, para luego embarcarse y llegar a la siempre hermosa Venecia.

Es en Venecia donde estas vacaciones de Aschenbach experimentan un giro inesperado; en el hotel donde se aloja, mientras observa a los turistas en el comedor, se encuentra con una familia polaca; niños y niñas lujosamente vestidos y cuidados por una institutriz, y la madre de los niños, una elegante mujer. La mirada de Aschenbach queda clavada, como si estuviera hipnotizado, en uno de los jóvenes adolescentes, un niño de hermosos rasgos, pelo color miel y ojos maravillosos. Aschenbach queda casi aturdido por la belleza del muchacho, debiendo controlarse para no mirarlo fija e insistentemente.

Es tal la admiración que siente Aschenbach por el muchacho que está siempre pendiente de él, y es una mañana en la playa, mientras lo observa jugar con otros niños, presta atención a su nombre y se entera que el hermoso joven se llama Tadzio. Así, Aschenbach imagina breves conversaciones o casuales saludos, que ocurren sólo en su imaginación.

En La muerte en Venecia, la acción se reduce a lo que ocurre en el hotel, en la playa y en las calles de Venecia, que Tadzio y su familia salen a conocer, paseos que son siempre seguidos desde lo oculto por Aschenbach que está cada vez más cautivado por la belleza del joven.

Es así como Thomas Mann profundiza en el drama interno de Aschenbach, en su inesperada e irracional adoración por Tadzio, y su intento de acercarse al joven, lo que nunca ocurre.

Algo está pasando en Venecia, pero nadie quiere decir a los turistas qué es lo que ocurre por temor a que dejen la hermosa ciudad. Aschenbach, conocedor de la situación real, decide permanecer en Venecia para poder seguir contemplando a su hermoso amado.El viaje interior que realiza Thomas Mann en sus personajes es profundo y acabado, mostrándonos así tal y como son, para poder entenderlos en su sentir y su actuar.

En 1971, La Muerte en Venecia es llevada al cine por Luchino Visconti.

La Muerte en Venecia es una gran obra, que deja en evidencia la genialidad de Thomas Mann.Muerte en Venecia (título original: Morte a Venezia) es una película franco-italiana dirigida por Luchino Visconti.

Esta cinta, una de las últimas obras del director de Rocco y sus hermanos, Senso y El gatopardo, fue candidata al Oscar al mejor vestuario. Se trata de una disquisición estético-filosófica sobre la pérdida de la juventud y la vida, encarnada en el personaje de Tadzio, y el final de una era representada en la figura del protagonista.

Argumento de la película

A principios del siglo XX, el compositor de mediana edad Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), que padece de una depresión severa debido a varios problemas tanto familiares como profesionales, se refugia en Venecia para descansar y huir del agobio de su vida en Múnich.

Poco después de instalarse en un lujoso hotel en la isla del Lido, se fija en un adolescente polaco, Tadzio, cliente del hotel con su familia. El interés del protagonista por este joven andrógino de belleza sobrecogedora, que encarna un ideal estético, se transformará en amor y obsesión. Visconti seleccionó el joven (Björn Andrésen, sueco de nacimiento) que encarna el papel de Tadzio entre centenares de jóvenes candidatos.

Los días de Aschenbach discurren en la playa del Lido o en excursiones al centro de Venecia pero, sobre todo, se dedica a seguir, observar y espiar a Tadzio.

Paralelamente, Aschenbach va tomando consciencia de unos acontecimientos extraños en la ciudad (muertes repentinas, campañas de desinfección de las calles, explicaciones evasivas de los venecianos, etc.) y consigue descubrir que Venecia está aquejada de una epidemia de cólera, escondida por las autoridades para que los turistas no abandonen la ciudad. Atormentado por el conflicto interior que le producen sus sentimientos por el joven, Aschenbach toma la decisión de irse. Sin embargo, tras una serie de eventos desafortunados que aparentemente impiden su salida de Venecia ese mismo dia, cambia de opinión y se queda en el hotel aliviado de no haber abandonado a Tadzio. Pocos días después, Aschenbach revela la información de la epidemia a la familia de Tadzio y les pide que se vayan. El día siguiente, Aschenbach, vestido de traje y maquillado, presencia desde lejos Tadzio y su familia abandonando la isla, luego estalla en llanto.

Como era de esperar, Aschenbach, delicado de salud, enferma. Sale una última vez a la playa pensando en Tadzio (al cual nunca ha hablado) y el recuerdo vívido de Tadzio jugando con un amigo en la arena en esa misma playa le causa a tener un orgasmo antes de morirse momentos después a orillas del mar. La película termina con la figura de Tadzio alejandose de las orillas, mientras unos socorristas vienen a levantar el cuerpo de Aschenbach.

Implicaciones

Tanto la novela original como la película constituyen, aparte de los sucesos acontecidos a Gustav durante su estancia en Venecia, una ilustración, oda, alegato y homenaje a la belleza perfecta, pura y plena de la que habla Platón en el Fedro y el Banquete.

Gustav se encuentra frente a la belleza inalcanzable, bella por sí misma y reflejo de la verdad. Tadzio, su objeto de obsesión, no intercambia palabra alguna con él ya que el sentido de perfección no posee carácter mundano, va más allá («Aquél que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir»).

El apellido alemán «Aschenbach» puede traducirse por «Arroyo de cenizas».

Escenario

La trama se desarrolla en Venecia, símbolo del arte y el comercio entre Oriente y Occidente, en el fastuoso y decadente hotel del Lido veneciano (la estación balnearia que tuvo su mayor popularidad a fines del siglo XIX y principios del XX).

La descripción minuciosa y exacta del entorno aristocrático que logra Visconti (un legendario aristócrata milanés) es paradigmática. Incluso la ropa usada es original y fue planchada y almidonada a la manera de la época.

Legado

El personaje está basado vagamente en el compositor Gustav Mahler, el Adagietto de cuya Quinta sinfonía está presente a lo largo de la película, formando una unión indivisible entre imagen y sonido de gran presencia dramática. De hecho, Visconti es en gran medida responsable de la inmensa popularidad que cobró luego la música de Mahler, quien perdió una hija en circunstancias similares a las que se ven en la película, pero no era homosexual.

La popularidad de Muerte en Venecia y la obra de Gustav Mahler inspiraron un ballet del coreógrafo John Neumeier y la ópera homónima de Benjamin Britten.

Para el papel de Tadzio, Visconti escogió al desconocido Björn Andrésen tras un largo proceso de audiciones que se registraron en el documental Alla ricerca di Tadzio (En busca de Tadzio).

Lo que de dionisíaco tiene el arte, en cuanto hace traspasar los límites de lo que se considera moral y estéticamente correcto, nos muestra el necesario final que acontece a todo espíritu artístico. El artista padece en el más estricto sentido griego del término pathos como sufrimiento, al contemplar y verse inmerso dentro de la belleza.

La belleza es el único camino sensible del hombre hacia el espíritu (no así la verdad y la virtud), pero como a causa de ella el hombre es capaz de cometer los actos más atroces, ilícitos, absurdos, erróneos, viciosos y transgresores de los límites de lo moral, irremediablemente se ve conducido al abismo, a la nada. De ahí el carácter intrínsecamente impulsivo y vital, esencial a toda producción artística y acontecer del espíritu.

La belleza es representada y se halla encarnada en la figura del adolescente Tadzio. Tadzio es presentado como un dios griego: humano y divino a la vez. El carácter dionisíaco del artista se nos muestra mediante el comportamiento irracional que adopta Gustav von Aschenbach ante Tadzio, a saber, se maquilla, se tiñe el pelo, lo sigue hasta casi acosarlo, pero nunca consigue dirigirle ni una sola palabra.

Pero también Thomas Mann nos muestra varios símbolos del trágico final que le espera a Aschenbach.

En primer lugar, diremos que el propio nombre de nuestro protagonista, Aschenbach, significa “arroyo de cenizas”; en el más puro sentido heraclitiano, podríamos decir que su devenir no acaba sino en la muerte, en esa nada que el artista sufre necesariamente fruto de la actividad artística que contempla esa belleza a la que hemos hecho referencia anteriormente. El viaje de Aschenbach se inicia movido por la esperanza de hallar algo completamente nuevo, pero ese viaje también es una huida; huida de la insatisfacción que siente por su vida y por su obra, así como del cansancio y agotamiento que le supone su intensa actividad intelectual. Este dato contradictorio del viaje que emprende se manifiesta en el sentimiento que tiene de que nunca se ve más feliz que cuando sufre y se cansa hasta el agotamiento, que le conducirá inevitablemente a la muerte, para cuyo presagio el autor recurre a símbolos tales como cruces e inscripciones apocalípticas que encuentra Aschenbach en el cementerio antes de iniciar su viaje hacia Venecia.

Por otro lado, el arte presenta la contraposición y conflicto en su propia estructura entre dos extremos, a saber, lo racional y lo irracional, lo moral y lo inmoral, lo clásico y lo barroco, la contemplación de la belleza y el sufrimiento provocado por ella; de este modo, este sufrimiento padecido en grado máximo lleva a la nada. Así pues, la descripción del mar que se contempla desde Venecia como algo inconmensurable, simple pero a la vez inmenso y casi eterno, no es sino otra representación de la nada.

Ya hacia el final de la novela, la descripción del sueño orgiástico que vive Aschenbach después de saber de la epidemia, es un anticipo inmediato de la muerte que le espera. Y decimos que lo vive porque lo siente y sufre como si fuera real.

Pasemos ahora a la adaptación que hace Luchino Visconti de la novela. Quizás sea la coincidencia cronológica de la publicación de la obra con la muerte de Mahler lo que hace que Visconti cambie al Aschenbach escritor y poeta por un Aschenbach músico y compositor. No en vano Mann le había bautizado con el nombre de Gustav, y Visconti usa fragmentos de dos de las sinfonías del músico austríaco como gran parte de la banda sonora del filme. Pero aunque sea ésta la primera diferencia que se constata, podríamos decir que es sólo en cuanto a la forma, pues el contenido de las reflexiones del protagonista sigue siendo el mismo. Si bien Thomas Mann muestra estas reflexiones en un diálogo ficticio del escritor con Fedro, Visconti lo hace mediante el diálogo del músico con otro músico amigo suyo llamado Alfred y que no aparece en la novela. Otras divergencias hemos constatado, pero no haremos referencia a ellas más que de pasada para no alargarnos demasiado: la descripción inicial del cementerio no aparece en la película; el sueño premonitorio de la muerte lo substituye Visconti por un episodio pasado de la vida del artista; en el filme, Aschenbach visita un burdel al que Mann no alude; una pequeña indisposición le decide a dejar Venecia para irse a un balneario que conoce en Trieste cuando, en el largometraje, se alude a unos asuntos que le han surgido en Munich; y, finalmente, las miradas de Aschenbach y Tadzio no siempre se encuentran en la novela, mientras que Visconti muestra a Tadzio devolviendo siempre la mirada a Aschenbach con un semblante que mezcla cierta seriedad y una leve sonrisa.

El objeto de la discusión interna de Aschenbach sigue siendo la belleza, que se muestra como objeto creado por el espíritu pero a la vez inalcanzable por éste mediante los sentidos (Mann, en cambio, nos habla de los sentidos como el único camino para aprehender la belleza como si ésta no fuera una idea o concepto totalmente heterogéneo del sujeto). Así pues, por ejemplo, se muestra la insatisfacción de una, por otra parte, perfecta ejecución musical en un episodio pasado de la vida del protagonista a modo de flash-back. La belleza, por tanto, no se alcanza mediante la simple pureza formal, o lo que es lo mismo, una perfecta ejecución puede no ser bella si a ésta le falta la vivencia que aporta el espíritu y cierto elemento irracional e inmoral, ese aspecto dionisíaco al que hacíamos referencia comentando la novela. Sin embargo, en el filme parece más bien que se trate del carácter inalcanzable que tiene de iure la belleza en sí en el más puro sentido platónico. Y en este preciso sentido, la belleza se refleja en la figura de Tadzio. Tadzio suele aparecer en escena con un caminar tímido en ocasiones, decidido en otras, habitualmente vestido de blanco y, en una determinada escena, aparece cubierto con una toalla blanca dispuesta a modo de túnica divina. Por otro lado, Visconti nos muestra cómo Aschenbach lo observa con un rostro cansado ya desde el inicio, surcado de arrugas en la frente, con un caminar ladeado (tal y como lo describe también Mann) y un sufrimiento que le hace sentir feliz, pues llora y ríe al mismo tiempo, ya que el placer de contemplar a Tadzio es mayor que el dolor que siente por la insatisfacción de su obra, incluso mayor que el dolor físico que pudiera sentir en el momento en que muere.

Si bien habíamos comentado algunos símbolos que aparecen en la novela, aludiremos del mismo modo a uno de los que coincide con el filme. Es el símil del reloj de arena, que representa el devenir, es decir, que muestra lo que necesariamente cambia aunque aparentemente nos parezca algo estático; ese arroyo de cenizas que se dirige inevitablemente hacia la muerte. De este modo, Visconti también hace referencia al significado del nombre del protagonista indicándonos que en el fondo del arroyo hay mediocridad, y ésta no es más que el reflejo de la insatisfacción que siente Aschenbach por su vida y su obra.

En el final de la película se muestra el contraste de una ciudad decadente y sucia con la figura angelical de Tadzio. Por otra parte, la muerte de Gustav von Aschenbach se nos presenta sumamente feliz, pues muere mientras contempla a Tadzio en una imagen en la que el reflejo del mar y la figura del adolescente parecen fundirse en una sola cosa. Unidos quedan, por tanto, el significado simbólico que da Thomas Mann al mar, con la belleza representada en la figura de Tadzio.

Así pues, y ya para concluir, diremos que La muerte en Venecia, tanto para Mann como para Visconti, relata la decadencia de un poeta, de un músico, en definitiva, de un espíritu artístico agotado por el sufrimiento que padece a causa del esfuerzo intelectual que ha llevado a cabo durante años, y la necesaria muerte que le deviene a causa del insoportable gozo que siente al contemplar y aprehender la belleza.

Silvana Mangano esta magnífica, y el Hotel Des Bains cuya arquitectura es preciosa, también juega un rol importante en los decorados. Tuve la suerte cuando mi padre estaba vivo la primera vez que fu a Venecia de conocer el Hotel pues mi padre estaba empecinado en ello. Para eso debes tomar un parquito espacial que te lleva al Lido. El hotel es impresionante, y la atmosfera te transporta a otro siglo. No vi en ese minuto la importancia del hotel pues no había leído aun el libro y tenía como 9 años.

Hoy lo miraría con ojos diferentes…..

Andrés Cumsille

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